Ya de entrada la etiqueta de rigor es dificil, por ende la
banda va a ser especial. Porque este quinteto de Seattle (¿Hace falta enumerar
la cantidad de talentos musicales que surgieron allí?) fue un caso muy
especial. Buena parte de los temas que están en esta “Iglesia del Metal” fueron
registrados en demos que van de 1981 a 1984, y el lanzamiento de este disco se dio
en plena explosión thrasher norteamericana cuando Metallica, Megadeth, Slayer,
Exodus y Anthrax como cabecera de playa empezaban a mostrar sus colmillos.
Estas cinco bandas – en diferentes matices – tenían una propuesta más agresiva
y más focalizada al género. Metal Church era más “musical” en el buen sentido
de la palabra acusando una GRAN influencia del heavy metal europeo (Judas
Priest, Accept, Iron Maiden a la cabeza) más algunos guiños a lo que hacía Metallica.
Esto hacía que fueran contundentes, con retención de la melodía y lograr composiciones
interesantes. Nueve temas y un impecable cover de Deep Purple a toda velocidad
(Highway Star). Cinco músicos muy buenos, destacándose la espectacular voz de
David Wayne (R.I.P.) que era como un Udo Dirkschneider más melódico y el tándem
de violas de Kurdt Vanderhoof/Craig Wells.
¿Metal?, ¿Speed?, ¿Thrash?. No importa. Ponele un poco de
cada medida más temas muy bien compuestos y ejecutados como “Beyond The Black”,
el comienzo hiper oscuro del tema título (Mete cagazo, y las dos violas en el
primer minuto son pura MAGIA), la espectacular amagada de balada que es “Gods
Of Wrath”, un instrumental en donde ponen el pié en el acelerador un tanto (“Merciless
Onslaught”), y la DESCOMUNAL “Batallions” con riffs melódicos a la par de
demoledores, velocidad, y un clima épico, a mi criterio lo mejor de este disco.
Producido por la banda y Terry Date (El tipo luego produciría a Over Kill,
Pantera, Dark Angel y la lista se puede seguir bastante más), es el disco
preferido por muchos fans y el sonido es crudo, levemente “bajo” en el
resultado final pero no empaña los logros que “Metal Church” suma. En mi caso
empecé por el segundo disco – a mi criterio un peldaño arriba – pero no puedo
negar todo el metal, violas con melodía e intensidad y esa gran garganta que
fue David Wayne. Sin él este álbum no hubiera sido lo mismo. El resto, tenemos
a cinco pibes prendidos fuego, pero con el norte más apuntando al metal
tradicional (Imaginate la velocidad del Judas Priest más a las chapas como
referencia cuando hablo de “rápido”) y con muy poco de thrash (Apenas algunos
machaques dispersos y cortes). Atlantic se avivó de que había talento y editó
un álbum que sin dudarlo, es un clásico (oculto) del heavy metal de los
ochentas.
Calificación: 8/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario