sábado, 19 de marzo de 2016

IRON MAIDEN en VELEZ (Martes 15 de Marzo de 2016)


Lista de Temas: 

1. If Eternity Should Fail 
2. Speed of Light 
3. Children of the Damned 
4. Tears of a Clown 
5. The Red and the Black 
6. The Trooper 
7. Powerslave 
8. Death or Glory 
9. The Book of Souls 
10. Hallowed Be Thy Name 
11. Fear of the Dark 
12. Iron Maiden 

 Bis: 

13. The Number of the Beast 
14. Blood Brothers 
15. Wasted Years

Frase del show: 



"Esta es una canción acerca de civilizaciones e imperios y poder y sobre qué es lo que pasa cuando todo termina. Y los imperios ascienden y los imperios caen. Y es la gente que queda atrapada en el medio de todo eso. Ustedes son muchas veces las víctimas. Entonces, valoro estar acá en Argentina, siendo inglés, y valoro el poder llamarlos ahora mis amigos. Y no quiero más mierda. Nunca más. ¿De acuerdo?" 

(Bruce Dickinson, antes del tema "The Book Of Souls")

Había una enorme expectativa para esta nueva llegada de Iron Maiden, acaso demasiada. La vara estaba muy alta: un show en Córdoba el domingo anterior, este, con Anthrax como grupo soporte y un gran disco editado a presentar a bordo del avión de la banda que recorre cada ciudad en donde se presentan. Por desgracia este último sufrió un accidente en el aeropuerto de Santiago de Chile, viéndose la agrupación en la necesidad de trasladar el equipamiento por tierra casi contrareloj para los dos compromisos. No hubo complicaciones de ningún tipo.

A las 19:40 sale Anthrax, todas las veces que los vi en vivo es lo mismo. Una banda sólida, potente, thrashera y que no falla. El núcleo compuesto por Scott Ian (Guitarra), Charlie Benante (Batería) y Frank Bello (Bajo) marcan el pulso de ese thrash machacoso con coros. Joey Belladonna tuvo una noche redonda con su voz y pese a tocar sólo ocho temas fueron a lo seguro y cumplieron nuevamente con creces de la mano de fijas como "Caught In A Mosh", "Got The Time", "Antisocial", "Medusa" y el infaltable "Wardance" que pide Ian a la mitad de "Indians". Se fueron muy aplaudidos, pero se notaba que la gente esperaba al número principal. Anthrax es para ver preferentemente de número central y en un lugar chico como el Teatro de Flores, allí muestran todo su poderío lo cual no significa que su breve show en Liniers fuera algo flojo. De hecho, fue muy bueno. El campo de Velez se estaba colmando, no paraba de entrar gente, al punto que creo que jamás lo ví así de lleno. Las plateas con buena concurrencia, estimo unas 40000 o más personas en total. A las 21:20 se apagan las luces... Ya desde el vamos Maiden se metió en el bolsillo a todos. Excelente sonido, escenografía, seis músicos afiladísimos que se percibía, disfrutaban realmente de estar dando ese show.


Hubo acaso mucha empatía entre la gente y ellos (En otros shows por motivos conocidos se había cortado de a momentos), los temas eran una sucesión de furias, cabalgatas, arpegios, acústicas, las queridas guitarras gemelas (Y por momentos triples), batería sonando con todo, si los planetas se alinearon fue esa noche. Todo era perfecto, y el vocalista/piloto de aviación/artista/esgrimista/empresario/profesor de historia y sigo toda la vida Bruce Dickinson tuvo una comunicación lúcida con el publico cantando más allá de lo humano. ¿Cómo explicar que el hombre superó un cancer que requirió postergar planes por su tratamiento agresivo de quimioterapia, llegaba a los agudos más exigentes exitosamente y más allá casi sin demostrar esfuerzo titánico?. ¿Cómo explicar que manejaba el protagonismo de un lado a otro del escenario con momentos coreográficos formidables?. Lo de el fue excluyente. Acaso los demás músicos quieren en el buen sentido de la palabra equiparar su inspiración y los lleva a tocar aún mejor. Las tres guitarras fueron claras, nítidas y precisas. Steve Harris es el bajista que conocemos, galopa el escenario, pone el pie en el retorno y ametralla nota tras nota. Hasta le cantaron el "Feliz Cumpleaños" atrasado a pedido de Bruce y se lo notó algo conmovido. Temas del nuevo disco mechados con clásicos, el mérito es que los más recientes no hicieron mermar el show sino lo contrario. Por momentos en algunos de ellos me corría la adrenalina por la espalda. El público rendido completamente a la banda, esta totalmente en llamas y dando lo mejor de sí, en una hora y cincuenta hicieron historia. Ya pasaron cinco días y creo haber visto uno de los cinco mejores shows que he presenciado en cuarenta y cuatro años de vida.

¡UP THE IRONS!

Martín Gasa

Calificación 10/10




Iron Maiden es seguramente junto a Black Sabbath la banda más grande del heavy metal. Pero sus experiencias en vivo en Argentina desde su primera visita allá por julio de 1992 tuvieron siempre un sabor agridulce, ya sea por estadios inadecuados, la bochornosa reacción del público en la exhibición de la bandera británica durante “The Trooper” en el 2001, performances a veces desprolijas del grupo y en general eternos problemas de sonido. Sumado a que su época de gloria compositiva había pasado, mis sensaciones con el grupo no estaban divorciadas pero si alejadas acaso. Casi sin querer, hubo un punto de quiebre durante el segundo tramo del “Somewhere Back In Time Tour” en el 2009 (donde recreaban el sensacional período 1984- 1987); en esa oportunidad también en Vélez, 

Maiden puso producción, luces, sonido, puesta en escena, pirotecnia y un repertorio y desempeño formidables, lo que me llevó a exclamar que por fin había visto y oído a ese gigante que me deslumbraba en mi adolescencia cuando escuchaba sus cassettes o veía sus videos en los ’80. En algún lado esa gran banda existía y ese show no solo saldó la deuda en vivo que el conjunto tenía en Buenos Aires sino que fue el inicio de grandes recitales posteriores como los del 2011 (presentando “The Final Frontier”) y 2013 (recreando el “7th Son Tour”). Por eso esta vez les recalcaba a mis amigos que debíamos ir a verlos, porque “ahora Maiden en vivo garpa”. Y más aún si en esta oportunidad presentaban su último álbum, “The Book Of Souls”, el que inesperadamente mostró a la banda reinventándose a si misma y transformándose en el trabajo más aclamado en 25 años. 

Ver a Maiden hoy me generaba un entusiasmo ya perdido, y pocas veces pasa que cuando hay tantas expectativas, un espectáculo las colme y supere… esta vez pasó. Quizás por el cáncer que superó Bruce, o el suponer que no le queden muchos años más de actividad, los cierto es que Iron Maiden decidió en esta gira subir la apuesta, montar un show como en las viejas épocas (no recreándolas esta vez) y armar un arriesgado repertorio sin dejar afuera clásicos obvios como “The Trooper” o “Hallowed By Thy Name” pero incluyendo perlas olvidadas (“Children Of The Damned” y “Powerslave”) y seis temas del nuevo álbum que no solo son puntos altos del concierto sino que muestran que pueden codearse con las canciones históricas sin problemas. Tranquilamente la banda podría sentarse en sus laureles tocando correctamente sus hits y nadie se los reprocharía. 

Pero el 15 de marzo pasado Maiden subió al escenario a romperla, a no repetirse y a mostrar su mejor forma en años, para demostrar que el paso del tiempo lo revitaliza y fortalece. Secundados por la escenografía que emula los restos de la civilización maya y una iluminación deslumbrante, un Dickinson encapuchado en medio del humo salido de un caldero hirviente entonaba la introducción de “If Eternity Should Fail”, siendo el inicio de dos horas de un show demoledor sin respiro ni cortes, donde los músicos de Maiden dieron clase de artistas en todo sentido y de cómo tocar heavy metal inoxidable. Siguió “Speed Of Light” y la muestra que el nuevo material tiene todo lo que los viejos álbumes: equilibrio entre la melodía y la fuerza, lo intrincado y lo directo, lo rockero y lo progresivo. “Children Of The Damned” fue un golpe al pecho y una demostración de lo que ocurriría todo el concierto: una banda prendida fuego y con un sonido demoledor, macizo, metálico, y excesivamente fuerte sin perder jamás claridad y cuerpo, donde cada cambio de telón, cada lanzallamas, cada explosión y la aparición de los Eddies no hicieron más que confirmar no era una noche más de la Doncella en Argentina. 



Por lejos fue LA noche. Y el estadio literalmente temblando y las más de 45 mil personas (con un campo sobrevendido a lo largo y ancho como nunca vi) sirvieron de complemento de un momento inolvidable. “Tears Of A Clown” y “Death Or Glory” fueron los pasajes menos brillantes de lo nuevo y en “The Trooper” tanta era la euforia y adrenalina que emanaba desde el escenario que los tenues silbidos en el ya consabido acto de la bandera británica pasaron desapercibidos (párrafo aparte: abuchear en este momento no solo demuestra mala educación e ignorancia por no saber de que trata la letra de la canción, sino hasta desconocimiento de la historia del grupo y su desenvolvimiento escénico…). Los músicos son tipos que rondan y superan los 60 años, pero parecen haber hecho un pacto con el diablo para no envejecer : con un despliegue incansable y más jóvenes que nunca, Harris apuntalándolo todo como es habitual con su bajo al ataque y las guitarras de Adrian Smith y Dave Murray descollando, una mención merece el mediocre Janick Gers, que parece haber encontrado algo de oxígeno entre sus dos compañeros de las seis cuerdas otorgándole algo de sentido la cuestión de las tres guitarras. Pero la sorpresa la constituyó Nicko McBrain, quien desde sus poderosos y devastadores golpes (jamás la batería de Maiden sonó como lo hizo ese martes) armó un muro sonoro a partir del cual la banda te aplanaba. 

 Y Bruce Dickinson… bien, lo del cantante ya es trillado y para la eternidad: se come el escenario, su despliegue físico es inagotable, canta en rangos cada vez más altos sin evidenciar esfuerzo o cansancio y encima tiene buen humor. Lleva al grupo a niveles infinitos y nada sería igual sin él… hasta se da el lujo de mostrar su inteligencia e intelectualidad prodigiosa (seguramente excesiva para el grueso del público argentino de la Doncella de Hierro) al decir de manera introductoria en “The Book Of Souls” (el tema) y como refiriéndose de alguna manera al episodio de la bandera: “Esta es una canción acerca de civilizaciones e imperios y poder, y sobre que es lo que pasa cuando todo termina. Y los imperios ascienden y caen. Y es la gente que queda atrapada en el medio de todo eso. Ustedes son muchas veces las víctimas. Entonces valoro estar acá en Argentina siendo inglés, y valoro el poder llamarlos ahora mis amigos. Y no quiero más boludeces. Nunca más. De acuerdo ?”. Sin parates de por medio, los puntos más altos fueron una épica versión de “Powerslave” y dos bombazos como “The Red And The Black” con sus cambios y variantes y la pomposidad de “The Book Of Souls”. Para el final el grupo dejó un puñado de clásicos (“Hallowed By Thy Name”, “Fear Of The Dark” (y su inentendible popularidad entre la audiencia argentina) y “Iron Maiden”). Hasta el bis fue novedoso con “The Number Of The Beast” (incendiaria como los fogonazos saliendo de todas partes), “Bloodbrothers” y “Wasted Years” (temazo nunca imaginado como cierre), afirmando la propuesta del grupo de negarse a funcionar con piloto automático. El show dejó la conclusión de cuan gloria pura es Maiden encontrándose en un estado de gracia y crecimiento todavía con 40 años sobre el lomo y una voracidad de principiantes. 

 Y me viene a la mente la sabia frase de “nunca subestimar a una gran banda”, porque a esta altura no pensaba encontrarme tan cebado y reconciliado con el grupo por un show que sigue retumbando en mi cabeza habiéndolos visto todas las veces que tocaron en Buenos Aires. Algunas bandas nace para ser meramente eso… otras apuestan a ser grandes y convertirse en leyendas. Iron Maiden lo logró hace rato… 

Fernando Boido

Calificación: 10/10.

1 comentario:

  1. Muy buenas las dos reviews che.
    Fui al show de cordoba y la verdad estuvo impresionante,todavia estoy emocionado.Saludos.

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