(Rewiew escrita por Fernando Enrique Boido)
Empecé a escuchar y apasionarme por
la música hace 36 años; eso me cambió la vida y me seguirá marcando por siempre.
Y lo hice por KISS. De ahi que la banda dejó de ser para
mi meramente un gusto musical para pasar a ser algo que va más allá y
verdaderamente tiene que ver con los sentimientos. Es en ese punto que un
grupo como KISS pueda ser comparado con los Beatles, por aquello de
la intensa interelación fan- artista y su capacidad para atraer a sus
huestes distintas generaciones de público a través de los años.
Aún hoy los chicos empiezan en la
música por los Beatles... pero también lo hacen por KISS.
Durante años los fans de KISS fuimos
maltratados aquí y afuera por el desconocimiento de la prensa ignorante y
la sordera de la intelectualidad musical; KISS era grasa y sin vuelo
artístico, una banda durante tiempo subestimada y descalificada. Pero no cualquiera llega a los 40 años de carrera (42 para ser exactos) de
casualidad, basándose solamente en la espectacularidad de su imagen
y shows.
El reconocimiento de gente como
Paul McCartney, Jimmy Page o Paul Rodgers y sus colegas contemporáneos, sin
contar las muchas camadas de grupos a los que
influenciaron desde los 80s hasta nuestros días, los millones de fans que los
siguen o ser una de las tres grandes e históricas bandas americanas de rock
junto Aerosmith y Van Halen (Y probablemente una de las veinte más
importante de la historia) desmienten esa afirmación... no se puede
engañar tanto tiempo a tantos.
Y el jueves 16 de abril de 2015
bajo el pretexto de su gira 40 aniversario, KISS dió su décimo concierto en
Buenos Aires. Precedido por la expectativa de siempre para con su
gente, pero en un mar de dudas y comentarios no muy auspiciosos.
Cambio de estadio, acaso floja venta
de entradas, y las interminables discusiones en la web de sus propios
fanáticos, entre el bando de quienes aprueban la historia y el presente
del grupo, y aquellos que se transformaron en las viudas de la formación
original de los '70 que inició la leyenda y constituyó el legado musical
más importante, pero que sin ver más allá no aceptan que Ace
Frehley y Peter Criss son dos señores grandes (a la par de Paul Stanley y
Gene Simmons) y ex músicos, cuyos excesos y conductas erráticas les han
pasado facturas, y sus capacidades para tocar y sobrellevar el ritmo de
actividad de un grupo como KISS ya flaqueaban hace casi veinte años en la
gira de la reunión.
Como alguna vez dijo Stanley
"No estariamos aqui sin ellos, pero tampoco con ellos
hoy". Tommy Thayer y Eric Singer quizás sean usurpadores de sus
personajes (No en realidad ya que Frehley y Criss vendieron sus derechos a Simmons-Stanley y el manager Doc McGhee) pero son a la vez quienes permiten que la
banda siga girando con nivel.
Hasta el propio Stanley era también
centro de comentarios... Una fallida operación de nódulos en la garganta en el
2012 que no dió los resultados esperados, conspira contra la brillante e
interminable voz que tuviera durante 35 años y lo tiene a
maltraer actualmente, golpeando al corazón musical del conjunto.
Como muestra vaya algunos shows del 2014 y el de Santiago de
Chile el pasado 14 de abril en un estado tristemente lamentable pero aún así
orgulloso antes de preferir pistas engañosas.
Y es por la longevidad de la banda
(Que no sube a un escenario meramente a tocar) y la incognita que genera
para su futuro la voz de Paul, que esta visita tuvo de antemano la
sensación de ser la última para varios de nosotros; y por ello es que
particularmente esta vez no iba a exigirles nada, sino solamente homenajearlos
y disfrutar por todos los momentos pasados.
Ante 45 mil personas en un
estadio colmado en un 90%, y precedido por el característico "All
right Buenos Aires... you wanted the best, you got the best... the hottest band
in the world...", KISS salió a honrar su legado a con huevos y
pasión, a despejar las dudas y a pelear contra las adversidades, inclusive
las climáticas, ya que por el viento se canceló la caida del telón de apertura
o se suprimieron las lenguas de fuego en lo alto del escenario en "God Of
Thunder" para evitar que un llamarada acabara con el techo. Si
KISS llegó a donde lo hizo fue entre otras cosas gracias a su metódico
profesionalismo, no estamos hablando de gente improvisada como Great White o
Callejeros...
En una versión reducida del
escenario que presentaron en la residencia en el "Hard Rock Casino"
de Las Vegas hace seis meses y los recitales de Japón este año (sin las
pantallas gigantes a los costados y los elevadores de Simmons y Thayer)
pero con toda la carga de humo, fuego, bombas, y serpentinas, KISS
disparó tres cañonazos uno tras otro sin intervalos: la histórica "Detroit
Rock City", una aplastante "Creatures Of The Night" que fue
la primer joya de la noche, y el regreso a los '90 y la reunión con
"Psycho Circus".
De entrada las cartas
estuvieron echadas: sonido parejo de principio a fin, con cuerpo, claro y
fuerte; ejecución exacta, una banda aguerrida y una puesta en escena
igualmente impactante con mucha pirotecnia, explosiones, un arsenal de luces y
lásers impresionantes, hicieron el mejor concierto de KISS en
Argentina no solo de esta formación sino de su etapa con maquillajes,
solamente superado por la inolvidable visita del '94 (con el propio Singer
y Bruce Kulick) en su etapa musical más importante de los últimos 20
años.
Y parte de las buenas
condiciones en que se desarrolló todo tuvo que ver el estadio a pesar
de la desastrosa organización por parte de la productora Fénix.
Partiendo de la premisa que no hay
en Buenos Aires un recinto adecuado para recitales con buena acústica y
que KISS jamás tocó a cielo abierto en un lugar que no fuera
River, la elección de Vélez fue acertada. Una cancha más chica
aunque igualmente difícil de llenar, donde el sonido no se perdió nunca y
desde la Platea Baja Norte al menos se vió con cercanía y nitidez absolutamente
todo el escenario y cada detalle visual, dando por tierra con las distancias
sin sentido del estadio de Nuñez.
Siguió el ya
tradicional saludo de Paul ("no hoblo españoul muy bien pero
comprendo tus sentientos y mi corazón es suio !!!") y la parte pesada a
cargo de Simmons con "I Love It Loud" y "War Machine",
un tema que en vivo arrolla. El show de KISS fue ágil, casi sin
interrupciones, sin solo de batería y con una corta intervención de Thayer con
la guitarra luego de "Hell Or Hallelujah" que sirvió como pretexto para disparar
los cohetes desde su clavijero; y si bien la parte escénica fue fundamental
como siempre, la banda pareció más que nunca concentrarse en su música y la
interacción con el público, en un ritual inexplicable con
palabras.
En 1:45 hs. y 17 temas el
grupo dejó en claro para los desprevenidos porque es una máquina de rock que
pega una y otra vez, repasando su trayectoria donde no faltaron
clásicos eternos como "Do You Love Me?", "Deuce", "Parasite"
y hasta la gema de "Hide Your Heart", jamás interpretado en
suelo argentino. Inesperadamente "Lick It Up" (una canción
hipergastada y que en vivo no ofrece novedades aún con el interludio
de "Won't Get Fooled Again" de los Who) se convirtió en el punto más
alto, sonando muy cruda en medio de gases y lanzallamas.
Y es obvio que el grupo no tuvo
40 años desperdiciados, en especial Stanley y Simmons. Tommy Thayer si
bien no tuvo el brillo de sus performances del 2009 y 2012, es innegablemente
el imitador más digno que pueda tener Frehley y que hizo recuperar el
sonido setentoso del cuarteto original. Eric Singer es el mejor baterista
de hard rock de los últimos 25 años y no solo el más talentoso de los que
pasaron por KISS, sino también el músico de mayor nivel con el que cuenta el conjunto;
a partir de su técnica y fuerza es responsable de llevar a la banda a un
nivel más pesado, dinámico y contundente. Probablemente toca de distinta
manera el mismo tema todas las noches y es una parte imprescindible de la
estructura sónica del grupo.
¿Que decir de Paul Stanley? Que
decir de un tipo que es EL showman, EL rockero inoxidable, ¿EL artista puro en
toda su dimensión?. Alguien al que me es imposible referirme con
objetividad por ser mi ídolo de siempre... con 63 años, un estado físico
envidiable y su sola presencia, tuvo como es habitual a sus pies a la
audiencia durante todo el concierto. Verlo saltar, recostarse y
bailar arriba de botas de 20 cms. (con prótesis de caderas y rodillas
incluidas), llevar el espectáculo adelante siempre con sus poses y carisma
y colgarse en medio del viento y algunas gotas para atravesar el campo y
cantar casi al alcance de la mano "Love Gun" fue
emocionante.
Si bien su voz fue
claramente la mejor versión que pudo presentar fácil de un año a esta
parte (y notablemente superior a la de Chile 48 hs. antes)
aguantando estoicamente algunos tonos altos y quizás
siendo conciente del desgarro vocal del que no parece tener
retorno, suplió esa disminución con una entrega sin límites.
Y no menos
conmovedora fue la actitud de Gene Simmons con casi 66 años y más de 100 kg. de
peso y armaduras...
Un Simmons desde hace años
desconectado musicalmente, con su tono aguardentoso de ultratumba
y un impecable estado se cargó en vivo al grupo para tapar los baches y
salir en auxilio de su hermano averiado. Junto a Singer
fueron los responsables de romper huesos y hacer temblar los
cimientos de Vélez. Escupió fuego y desde las alturas y con viento
incluido descolló en la épica "God Of Thunder", acompañada en
otro truco casual por la inestabilidad del clima con los
primeros truenos y
relámpagos.
Después de "Love
Gun" llegó el final explosivo con "Black Diamond", la
batería por los aires y toda la artillería pirotécnica. Y fue en
"Love Gun" que me atrapó la nostalgia: mientras Stanley cantaba
bajo la lluvia, imágenes de mi vida junto al grupo empezaron a pasar
por mi ojos... en ese momento mi cabeza cerró una historia
con la banda, sentí que ya nos habíamos dado mutuamente todo y que si KISS
decidiera acabar su actividad luego de este show estaba bien y podríamos
continuar en paz.
El bis fue otra descarga eléctrica y
enganchada con "Shout It Out Loud", el estadio viniéndose abajo en
"I Was Made For Lovin' You" (y otro instante donde las imágenes se me
hicieron presentes), y la fiesta final de "Rock And Roll All
Nite". Luego de cinco minutos de fuegos artificiales y mientras
sonaba "God Gave Rock & Roll To You", se largó una tormenta
huracanada que no pareció importarle a
nadie.
KISS hizo honor a su gloria y
celebró su leyenda. Vino, tocó y venció, con el agregado de sensaciones
nunca antes experimentadas...
La música purifica el alma y
alimenta el espíritu. Disfrutar a KISS es purificador.
Para ellos... gracias.
Calificación: 9/10