Por
Fernando Boido.
(Gracias por aportar la review del evento para Rage Reviews).
Es innegable reconocer que “The Wall” es un álbum que marcó una época
dentro del rock, una obra conceptual no solo para ser escuchada sino explorada
también; una placa oscura, compleja y difícil, más si el desafío consiste en
tocarla en vivo por completa. Y eso es lo que se propuso su mentor, Roger Waters, desde el mismo
momento de su edición allá hacia fines de 1979.
La gira que emprendió Pink Floyd para promocionarlo terminó abruptamente
por los altos costos de producción y también porque la grabación de “The Wall”
fue el comienzo del fin de la banda ante la tirante relación entre Waters y el resto de sus compañeros.
Desde ya que no soy un fanático del grupo pero si me gusta su etapa
esencial (a partir de “The Dark Side Of The Moon”) y conozco parte de su
historia, y estoy en el bando de los que opinan del rol fundamental que
desempeño David Gilmour en Pink Floyd al aportarle el salto de calidad
necesario más allá del talento y la importancia de Waters en el grupo. La realidad lo marca: Floyd pudo seguir sin Waters, con éxito y editando
material de calidad… la carrera solista de Roger fue un fiasco y tuvo que
recurrir a recrear en vivo (con los adelantos tecnológicos de hoy) las épocas
de gloria de su ex grupo (con todo el derecho que le asiste, como no).
El show al que asistí anoche en el estadio de River debe ser analizado
desde varios ángulos y hasta con frialdad si se quiere, lejos de la euforia
marketinera que ha generado esta tercer visita del músico a nuestro país y que
definitivamente degeneró el núcleo del acontecimiento: un concierto de rock. Creo que es fácil decir que todo fue grandilocuente y espectacular…
difícil ir contra la corriente y opinar que ya de entrada, el espectáculo está
deliberadamente mal promocionado, porque lo que presencie no fue un recital de
rock de estadios, sino una especie de musical a veces bien llevado con una gran
carga de publicidad y comentarios positivos detrás, aunque no deja de ser un
acontecimiento cultural y puede que esa sea la razón que justifique la
asistencia de un importante sector del público que poco entendió lo que se
vivió en River.
Desde ya que reproducir en vivo “The Wall” es una tarea titánica de la que
no puede prescindirse de los efectos visuales, sonoros y sobregrabaciones y
hasta es descabellado pensar el sentido que tendría si no fuera acompañado de
una gran puesta en escena, con el equilibrio lógico en la parte musical. La cosa empezó a las 21: 15 hs. con plateas aún vacías; antes, temas de Sabbath, Soda Stereo, y
Zeppelin para amenizar la velada… la gente hacía la “ola” mexicana y aplaudió y
vivo solamente la canción de Soda, un mal indicio para mi del dudoso gusto
musical de una parte del público.
El grueso del recital estuvo en el comienzo: impactante, demoledor, con
toda la puesta escénica a full en esos primeros diez minutos; fuegos de
artificio desde el piso del escenario, detrás y desde el sistema de luces, el
atronador sonido de los motores de los aviones de la Segunda Guerra Mundial, y el
avión piloteado por el padre de Waters que aparece por detrás del autotrol y
cruza todo el estadio para finalmente estrellarse contra el muro. La banda sin respiro va con “In The Flesh”, “The Thin Ice” y la saga de
“Another Brick In The Wall”; suena fuerte, compacta, con el bajo al
frente. El sonido cuadrafónico con seis
columnas puestas estratégicamente en lo alto de las plateas opuestas al
escenario es una parte fundamental, crea un efecto novedoso y contribuye a
disfrutar de un show que promete.
La pared es inmensa, abarca de una punta a la otra de la cabecera; el
escenario se sitúa en el medio, y los extremos del muro sirven de pantallas que
reproducen lo que ocurre sobre las tablas. Luego del golpe inicial, advertí algo raro: los movimientos de Waters
muchas veces no se condecían con lo que las imágenes mostraban… ignoro si lo
que se veía en los ladrillos guardaba relación con el desempeño sobre el
escenario… es de creer que si, sino es inexplicable porque Roger escénicamente
trató de imitar su propia actuación que emanaba de las pantallas la cual es una
parte fundamental para entender y acompañar el desarrollo musical del álbum.
Con el correr de los minutos diferentes visiones me confirmaron algo:
absolutamente todo lo que se ve durante el concierto son imágenes pregrabadas y
editadas, salvo en el final con “Outside The Wall”, quizás para evitar que el
público vea desajustes o pifies que en vivo suelen ocurrir… Es conocido el mensaje y el interés de Waters por la paz, las causas
nobles y la humanidad… aún así, no me terminó de cerrar que dedicara el
concierto a los “desaparecidos, muertos y torturados”, en un discurso
parcializado y políticamente correcto sobre la historia social argentina de hace
40 años, como así también la contradicción de enviar mensajes anticapitalistas
cuando él se hace pagar con total derecho sumas millonarias en concepto de
cachet.
Sin embargo y pasada la euforia inicial, el concierto empezó a decaer…
el único efecto hasta el final fueron imágenes al estilo de la película
(algunas directamente tomadas de las misma), un par de marionetas inflables y
la acumulación de los ladrillos hasta tapar totalmente el escenario al termino
de la ejecución del 1er LP de “The Wall”, una placa que en si tiene poca
estructura como tal: es un compendio de varios interludios recitados y
musicales que conectan las verdaderas canciones y que en vivo implica un riesgo
muy grande llevarlo a cabo sin que se produzcan baches en un show que iba perdiendo
solidez musical minuto a minuto y en
donde era inevitable dejar de prestar atención a la música en pos de ver la
película en una pantalla gigante y con una banda que se desinflaba evidenciando
sus flaquezas y en la que su miembro más talentoso (el guitarrista Snowy White)
estuvo desperdiciado. Siguió a ello un intervalo de media hora, tedioso e innecesario, el cual
no pareció molestar a nadie, aunque no se si hubiera sido soportado de no ser
Roger un artista con tanta aura y prestigio detrás.
La segunda parte del show fue decididamente decepcionante. Con el muro totalmente tapando a los
músicos, el sonido no fue el mismo… y no me refiero a su calidad, sino a que
sospechosamente el grupo ni Waters sonaban “en vivo”. Llamativamente y en semejante espectáculo,
poca era la iluminación… un mini escenario en penumbras delante de la pared
recibió a la banda que siguió con su faena, sonando con una falsedad inesperada
y en la que no se notaba si el bajista realmente recitaba sus partes, puesto
que “The Wall” no necesita de demasiadas entonaciones vocales. La inmensidad del muro y falta de luz contribuía a ver desde la platea
baja a Waters y los suyos más pequeños de lo que en realidad son, reforzando el
concepto de que el grupo no estaba tocando.
Los momentos más esperados en este segmento fueron “Comfortably Numb” y
“Run Like Hell”; el primero sonando mal, empastado y deslucido no solo por el
excesivo nivel de las sobregrabaciones potenciadas por el efecto cuadrafónico
sino por la ejecución del guitarrista Dave Kilminster que a partir de una bola
de ruido y distorsión destruyó el exquisito gusto de Gilmour y probablemente
uno de los cinco mejores solos de la historia del rock; por su parte, “Run…”
apto para sacudir la modorra, tuvo una versión pregrabada sin fuerza que no
pudo levantar el show del pozo en el que estaba. Poco después, el final se acercó con el muro cayendo y la banda saliendo
con “Outside The Wall” donde si pudo verse en pantallas a los músicos sobre el
escenario y el contraste de la calidad de imagen con lo que se proyectaba antes
fue evidente.
Exagero si digo que fue un mal show, pero si que no fue lo que esperaba
y que astutamente está vendido de una manera tal que genera una expectativa
desmedida; “The Wall” es una placa que para ser reproducida fielmente en vivo
necesita de un show ágil, músicos a la altura de las circunstancias (fea
sorpresa apreciar el nivel “berreta” de la banda en general) y una puesta en
escena que implique más que la sensación de estar en un cine gigante. La producción es importante, no hay duda, pero aquí se han vistos
conciertos con mucho mayor despliegue (Rolling Stones, AC/ DC, U2) y
performances históricas que poco tuvieron que ver con este “The Wall Live”
aburguesado que distó mucho de ser un concierto de rock. La honestidad de la que hace gala Waters debería habérnoslo avisado
antes…
Calificación: 4/10