Brasil. País de la Bossa Nova, garotas, playas hermosas, Pelé, y por sobretodo pionero en toda Sudamérica en hacer música extrema. Hasta su escena influyó a la escena norteamericana/europea que emergería pocos años después. Mientras otras bandas como Sepultura o Sarcófago daban sus primeros pasos - Se dice que la visita de Venom a Brasil en 1985 fue crucial para que se termine de gestar una camada de bandas que no querían sonar “blandas” - había una segunda camada de bandas como Vulcano y Mutilator. Todas hacían algo entre el thrash y el death, ultrabardero, y con producción/equipamiento mínimos. Me detengo en esta banda oriunda de Sao Paulo, que pasó muy desapercibida. Para empezar, este disco debut es uno de los más feroces que escuché en toda la historia del thrash metal. Los tipos agarraron el manual del viejo Kreator, cosas de Possessed/Dark Angel, y por momentos aceleran pero que da miedo, casi haciendo blast beats cuando nadie usaba ese término (Escuchen “Samurai” – totalmente sacado - o “Marching Over Blood”).
Tocan sucio, visceral, sacándose la rabia, todo es tan genuino, que logran diferenciarse de las demás bandas. Bajan las revoluciones para seguir sangrando oídos, y hasta tienen introducciones acústicas (“Lost Time”) y de golpe se larga el vendaval de velocidad. Son siete patadas en los huevos y si realmente te gusta este tipo de ataque, o las bandas que mencioné arriba, te aseguro que te estás perdiendo de algo importante. Uno pone “play” y es todo al taco, hasta en las secciones más controladas que se alternan con thrasheadas a los gomazos. Producción cruda y sucia, violeros que serruchan a lo loco (“No Life Till Madness”), voz muy a lo Mille Petrozza en “Endless Pain”, y old school thrash metal en serio. Están avisados, no se pierdan este discazo de thrash más crudo que la crudeza misma. Tengan a mano un otorrino amigo por si les sigue sangrando los oídos del placer ante tanta pero tanta furia desatada.
Calificación: 8.5/10
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