Heme aquí con la banda a la que mayor injusticia le hizo la vida dentro del thrash de la Bahía de San Francisco. Este CD es brillante de inicio a fin y todavía no encuentro palabras u explicaciones del porqué no hubo un segundo disco. Pero tenemos un dato no menor: esta banda tenía cuatro músicos excelentes: Larry Lalonde venía de una performance brutal con Possessed en guitarra y acá demuestra porqué fue alumno de Satriani. Y un tal Les Claypool en el bajo, el cual hace de todo en los ocho temas. Un guitarrista monstruoso llamado Marc Biedermann, que se hace cargo de las voces, y por último el baterista Mike Miner.
Cortito pero al asunto, la banda te atrapa de entrada. ¿Qué hacen?. Thrash, pero para nada parecido al de sus cotémporaneos. Acá hay agresión amalgamada con constantes amagues progresivos, juegos de tiempo, cortes y composiciones redondas por donde las mirés en casi cuarenta minutos que se te van volando y pedís por más. Y los cuatro músicos prendidos fuego a la hora de ejecutar. Es increible como paran, rebajan, se traban, los riffs se aceleran, arremeten acústicas que no hacen bajar un cambio, doblan, la base jazzea, ataca. Tal vez en donde mayor destreza y polenta se muestra es en “Death Noise” pero sería injusto dejar de destacar algo de los demás temas. Los tipos crean un clima único que en lo personal jamás escuche en otra banda de este género. El único punto flojo es la voz de Biedermann y algunas cosas de la producción.
Se separaron, y Claypool con Lalonde fundarían una tal banda llamada Primus. Biedermann tocaría el bajo en el segundo disco de Heathen. Así y todo a primera oída te parten el bocho y vas derecho al asilo. La banda más talentosa de esa época a nivel músicos y composición sin lugar a dudas.
Calificación: 9/10
Calificación: 9/10