Allá por mi adolescencia durante la segunda parte de los ochentas, este fue mi disco de estudio que me inició a Priest (En realidad el inicio fue el cassette doble en vivo “Priest… Live!). Años después me volví fan y completé todo lo que me faltaba. Para hablar de este CD es necesario ubicarse en la época y ciertos aspectos. El heavy metal tradicional británico estaba alcanzando posiciones impensadas en todo el mundo, en especial por Judas Priest misma, Iron Maiden (Que crecía a pasos agigantados), y las influencias de las bandas de la New Wave Of British Heavy Metal que no lograrían ese mismo éxito pero serían cruciales para la gestación de nuevos estilos (Thrash Metal/Power Metal a la cabeza) y bandas que surgirían años después.
La banda se termina de consagrar con un excelente disco que los termina de posicionar (“Screaming For Vengeance”), y gira por todo el mundo con un éxito que nunca habían tenido, especialmente en Estados Unidos. Se filmó un video de un show en Memphis y hubo un amague de disco en vivo para esa ocasión (Halford mismo lo dice en el show). Pero deciden grabar el sucesor del álbum que los consolidó. Se graba en Europa y se mezcla/remasteriza en Miami y Nueva York, y está nuevamente Tom Allom de productor.
El disco abre a pura dinamita y con mi tema favorito de toda la historia de la banda: “Freewheel Burning”, bastante acelerado y pesado para su momento (Tal vez ahora no suene tan así), con la banda aplastando todo con el tándem de violas Downing/Tipton y los agudos taladrantes de Halford. Aquí una distinción: el resto del disco no llega al descomunal impacto inicial pero tenemos temas excelentes en el, más elaborados melódicamente y sin tanto acelere como “Love Bites”, coqueteos con el hard rock en “Rock Hard Ride Free”, y muestras de puro metal (“Jawbreaker”, el excelente “The Sentinel”) y otro tema que retoma la velocidad un tanto para poner de nuevo el disco más al rojo vivo, como “Eat Me Alive”.
Se cierra la placa con “Heavy Duty”, bien rítmico (Ideal para alzar los puños y batir las palmas), Halford nuevamente da cátedra con su voz, y se empalma con el tema título que más que tema es un coro con instrumentos que bajan el telón.
Es uno de mis discos preferidos de la banda, acaso sea que no hay temas flojos y se mantiene el sonido Priest – eso sí, menos macizo que el antecesor pero más fluído y con temas que no decaen - y no me explico porque a ciertos fans no les agradó como ellos a su vez no se explicarán el porque a mí “Screaming…” me parece esencial y fundamental en la carrera del grupo pero no lo mejor de Judas Priest como muchísimos sostienen a nivel discografía. El arte de tapa es impresionante (Muestra al monstruo bautizado “Metallian”, en la contratapa hay una frase que lo presenta como surgido de la oscuridad, en donde el infierno no tiene piedad, y quienes “mantengan la fé” escaparan del peligro de el).
Judas seguía subiendo peldaños, álbumes como estos demostraron que fueron esenciales para el metal de los ochentas. Tengas fé o no.
Judas seguía subiendo peldaños, álbumes como estos demostraron que fueron esenciales para el metal de los ochentas. Tengas fé o no.
Calificación: 10/10
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